Muchas veces parece que nuestras mentes no juegan en el mismo equipo que nosotros. Quiero irme a dormir pero me mantiene despierta con pensamientos recurrentes sobre algo que me ha sucedido durante el día, quiero olvidar la letra de una estúpida canción y no para de volverme una y otra vez.
La respuesta clásica a esta batalla interna suele ser tratar de olvidarlo y empujar esos pensamientos o emociones molestas fuera de nosotros. Desafortunadamente, en contra de lo que la intuición parece decirnos, la investigación ha demostrado en los últimos 20 años que esta estrategia no sólo es incorrecta, sino que además potencialmente puede empeorar la situación.